Reportajes

Hablamos con Antonio Minardi, el “Poeta de la cerveza”

Por David García / Carcassone

Los viajes suelen deparar agradables sorpresas, si bien en esta ocasión no podía esperar que en mi estancia en la “Domaine de Poulharies”, junto a la preciosa Carcassonne, Francia, casa rural donde nos alojábamos, fuera gestionada Antonio Minardi, un italiano que ha recorrido medio mundo y que desde hace 40 años tiene un idilio con la cerveza, que ha producido, ha distribuido, ha vendido en locales propios y, especialmente, ha disfrutado.

Son las 11:00h de la mañana, y antes de comenzar nuestra conversación abre una IPA que degusta tranquilamente mientras desprende pasión y conocimiento (Hay que recordar que en nuestro país vecino una hora habitual de comer son las 12:00h). Como nos indica, el primer tercio de toda cerveza le servirá para “limpiar” la garganta, para aclararla, y es a partir del segundo tercio cuando se puede empezar a disfrutar en todo su esplendor.

Un día, hace 40 años salió de su casa, en Florencia, buscando una cerveza “interesante” que probar, y esa búsqueda le llevó días después a Alemania y Bélgica, donde sólo le bastó una Semana Santa para enamorarse, un día de una rubia, al siguiente de una tostada, después de una negra, …

Así comienza Antonio su historia, remontándose a una época en la que producir cerveza en casas y castillos de ciudades pequeñas era una tradición familiar que se remontaba a más de un siglo, donde la producción de cerveza en abadías y conventos, tanto de monjes como de monjas, procedía del medievo en el que el ayuno asociado a la cuaresma se “soportaba mejor” gracias al “pan líquido”, la cerveza, una cerveza fuerte que permitía aguantar la dureza del habitual “ora et labora” . Allí aprendió a identificar sabores, aromas, colores, texturas, y gracias a su habilidad innata para todo ello recibió el sobrenombre de “el poeta de la cerveza”.

Antonio disfruta hablando de cerveza, de su historia, de los diferentes tipos y del origen de éstos, de cómo debe tirarse según sus características, hasta de los recipientes adecuados donde consumirla, momento en el que nos enseña una “joya” artesana de argentina, un cuerno que su forma interior facilita que al beber su contenido se mezcle y permita disfrutar plenamente de la cerveza.

Aprovechando la apertura de su IPA nos recuerda que este tipo tan común a día de hoy gracias a las microcerveceras surge de la necesidad de que se conserve la cerveza en los viajes a la India desde Inglaterra, pero en seguida nos hace referencia a la Russian Imperial Stout, a las Lagers de bajo contenido alcohólico, adaptadas a transportes a cortas distancias y cuya denominación hace referencia a los tanques donde se guardaba en Alemania, pero inmediatamente surge en su conversación las Porter, cervezas “fuertes” que se consumían en los puertos ingleses para aguantar el duro trabajo manual diario, para finalizar recordando que tras la segunda guerra mundial, ante la carencia de recursos y problemas de alimentación, el gobierno laborista daba una botella de Guinness diaria a las embarazadas para su consumo.

Para Antonio, la cerveza tiene un componente social del que no disfrutan otras bebidas con alcohol. Una buena cerveza se bebe y disfruta en compañía, una agradable conversación forma parte de la liturgia de su degustación, y si el contenido es importante, no lo es menos su continente, desde las tradicionales jarras de cerámica hasta objetos especialmente diseñados para que al beber la cerveza se remueva y desprenda los aromas adecuados. Un buen lugar, una buena compañía y un buen maridaje son acompañamientos básicos para disfrutar de una buena cerveza. Esto es cultura cervecera.

Por este motivo, los ojos de Antonio se iluminan cuando se remonta a aquellos años en los que compartía conversación junto a una buena cerveza con los propios productores en sus casas, castillos o abadías. Pero también habla de esa época con nostalgia, pues a principios de los 90 comenzaron a surgir las grandes cerveceras alemanas con una estrategia de expansión basada en la compra de las cerveceras artesanas más destacadas. Primero las compraban, luego degradaban el producto, y finalmente las cerraban, sólo sobreviviendo el nombre que había dado la fama original al producto.

Es una época en el que se produce un “blanqueamiento” del producto en beneficio de una cerveza más ligera, más clara, destinada a un trabajador que se aleja de las exigencias físicas del campo, y “más agradable” a la vista.

Denominar cerveza al producto que se fabrica industrialmente para Antonio es un sacrilegio. Considera que son dos productos distintos con tiempos necesarios para su producción muy dispares. Por ello, indica, cuando hace 40 años te dirigías a una de esas pequeñas ciudades alemanas donde la producción de cerveza artesana en casas era casi una obligación, no hacía falta buscar las indicaciones, bastaba con seguir el aroma a cerveza presente en el ambiente, un olor que no identifica en el interior de una fábrica de cerveza industrial.

Pero no todo es pesimismo cervecero en Antonio. Ha vivido la involución de la cerveza artesana, ha “sufrido” 15 años en Australia durante una época que debía importar cerveza para poder beber un producto que no pareciese agua fría e insípida, ha visto la expansión de las grandes compañías que imponían su producto en los locales, …, pero reconoce que los últimos años el fenómeno craft se ha extendido por todo el mundo y puede encontrarse buena cerveza, o como le gusta decir a Antonio “cerveza interesante para consumir”, en muchos países. Por eso en su despensa siempre tiene 50-60 referencias de todo el mundo, algunas de ellas de España, donde considera que hay cerveceras artesanas que están haciendo muy buen trabajo.

Viajero y cervecero, aprovecha sus desplazamientos para conocer nuevas cervezas, y en base a esta experiencia, apuesta por las cerveceras de proximidad, por los locales donde hacen su propia cerveza, lo que garantiza una cerveza fresca, de pocas horas, aconseja a las cerveceras que limiten las tipologías de su producto, que se centren en dos, tres máximo, además de la cerveza de temporada coincidiendo con la llegada de la primavera, el otoño,…,  que sus cervezas sean simples, que descarten experimentos con nuevos sabores que se alejan de los ingredientes básico de agua, cebada y lúpulo que, bien tratados, garantizan una cerveza de primera calidad. Y que conozcan al consumidor, a su cultura. Él lo ha vivido en la Toscana, donde fue distribuidor de cerveza y debió adaptar ésta al paladar de un cliente acostumbrado a otros sabores presentes en esta región predominantemente vinícola.

No podíamos terminar la conversación sin preguntar a Antonio cuál es para él la mejor cerveza. Reflexiona unos instantes y nos responde “No tengo una cerveza preferida, disfruto de un estilo de cerveza adecuada para cada momento”.

 

 

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