Arnau Rovira: «En Espiga queremos crecer sostenidamente pero sobre todo no perder el espíritu craft»

Arnau Rovira es una de las cabezas visibles de Cervezas Espiga, un proyecto consolidado, que desde que comenzó a dar sus primeros pasos en el año 2012, se ha convertido en una de las referencias del mundo craft en el mercado español. Espiga fue protagonista de un Tap Takeover en el madrileño Mercado de Vallehermoso organizado por factoriadecerveza.com. Con Rovira hablamos sobre el presente y el futuro de su cervecera.
Espiga comenzó como cervecera en 2012, ¿cómo fueron los inicios del proyecto?
Yo había estudiado biología y en una estancia en Dinamarca, me entró el gusanillo de hacer cerveza en casa. Hacíamos pequeñas cantidades de entre 20 y 50 litros en el garaje de una casa. Conocía a Teresa Galván, que también es bióloga. Yo trabajaba en Gallina Blanca y ella en una empresa de semillas y al quedarnos sin trabajo, nos embarcamos en el proyecto de hacer la cerveza de forma profesional.
Los inicios fueron como nómadas…
Sí. Estuvimos dos años como nómadas. Básicamente, hacíamos una pale ale. Cuando inauguramos la fábrica fue un cambio radical. Ahí llegaron otras referencias como la Garage, la Blonde, la Black IPA. Fue un cambio radical.
Sois una cervecera que os caracterizáis por tener unas pocas referencias fijas y un catálogo muy amplio. ¿Cuantas cervezas habéis sacado al mercado?
Tenemos un catálogo con cuatro cervezas fijas por el momento y hemos sacado a lo largo de estos años un total de 38 cervezas, por el momento. Algunas se han quedado fijas como la Mosaic y otras son referencias de temporada o la serie de cervezas negras, que están más pensadas para el invierno.
¿Cómo ha evolucionado el proyecto de Espiga en torno a su fábrica?
Empezamos siendo dos personas Teresa Galván y yo, y ahora formamos Espiga siete personas. Tres en producción y tres en ventas más un responsable de redes sociales y comunicación. La fábrica nos cambió la vida. Nos ‘obligó’ a dedicarnos plenamente a esto y a tomárnoslo en serio. Al principio, teníamos que vender nuestra cerveza haciendo puerta fría, bar a bar por Barcelona. No existía un circuito especializado como hay ahora. Ahora tenemos más de 1500 clientes.
Os centráis mucho en el mercado local, en Barcelona, pero ¿cuales son vuestros planes en el resto de España?
Es cierto que nos centramos mucho en el mercado local pero desde hace un par de años, hemos iniciado un proceso de expansión nacional. También estamos en Madrid desde hace ya tres años, donde trabajamos con un socio como Abeerzing que nos ha permitido tener una buena visibilidad. Hemos hecho varias cosas en Madrid, que es un mercado donde nos gusta estar. Aún así, seguiremos primando lo local. Fuera de Barcelona, exportamos no más del 15% de nuestra producción.
¿Cual es vuestra producción actual?
Cerraremos 2018 con unos 2.000 hectólitros. El año pasado, terminamos con 150.000 litros. Nuestra intención no es crecer mucho más de donde estamos ahora. Nos gusta ser pequeños y preservar el espíritu craft. El debate está en cómo hacerlo. El objetivo es mantener el espíritu craft sin morir de éxito, que es algo de lo que ya existen ejemplos en Europa.
Proyectos como BlackCelona han marcado el camino de Espiga en los últimos meses, ¿qué proyectos estáis desarrollando ahora?
Con Blackcelona hemos puesto en el mercado una serie que está teniendo bastante éxito. Ahora también estamos trabajando en el tema de la Berliner Weisse de melocotón que ha tenido mucho éxito durante la celebración del Beermad, en Madrid. También estamos haciendo experiencias colaborativas con coco y frambuesa y queremos experimentar con cervezas ácidas en barrica, que tienen buena salida en verano. Para el invierno, trabajaremos con las recetas de las imperiales stout y también tendremos una serie de cuatro negras a lo largo del año. Otros proyectos son la Tropical Dance o las Citras que estarán listas en breve.
¿Que planteamiento tenéis con respecto a las latas?
Hemos hecho alguna prueba. Esta surgiendo un nuevo negocio como es el de los enlatadores móviles. Estamos haciendo pruebas para incorporar la lata a los catálogos pero trabajamos mucho con las botellas y los keykeg. Estamos a la expectativa de cómo funciona el tema de los enlatadores móviles.
¿Cómo veis la Espiga del futuro?
Nos gustaría consolidar el trabajo hecho e intentar crecer sostenidamente y diversificarnos más pero estamos muy contentos con lo que tenemos ahora y con lo que hacemos. Queremos innovar con nuevas referencias, estilos y no perder el espíritu de hacer y probar cosas nuevas. Queremos popularizar la cerveza artesana. Ahora sólo supone el 1% del consumo en España por lo que hay margen de crecer.