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Así es la fábrica de Mahou por dentro

Por Francisco Encarnación

Hemos tenido la oportunidad de visitar la fábrica de Mahou en Alovera. Una de las fábricas de cerveza más grandes de Europa, que vuelve a abrir sus puertas tras estos años de pandemia.

La visita comienza con la proyección del nuevo spot de Mahou, y no tardamos en pasar a la primera sala, decorada como una antigua abadía, donde nos hablan de los ingredientes necesarios para elaborar cerveza. Durante toda la visita, nos acompañan los maestros cerveceros de Mahou Lidia Benito y Carlos Gutiérrez, auténticos anfitriones de lujo.

Continuamos con el recorrido en la sala de control, donde vigilan que no haya ningún fallo en ningún momento del proceso de elaboración.

La siguiente zona es una enorme estancia abovedada con tanques gigantescos, donde nos explican todo el proceso, desde el hervido, el macerado, la fermentación, embotellado… La sensación que siempre tienes es de enormidad. De hecho, la fábrica es capaz de llegar a una producción de 7 millones de hectolitros al año. Una locura.

Podemos ver también la pequeña fábrica piloto, que utilizan para pruebas y donde estoy seguro de que los cerveceros se lo pasan mejor, trasteando con equipos, recetas e ingredientes más allá de las referencias fijas de la marca. Ahí se forja el futuro de la marca.

He de reconocer que, durante todo el recorrido, solo podía pensar en la sala de barricas. Tenía ganas de ver y, sobre todo, de oler ese lugar por dentro. Tras enfundarnos con la necesaria vestimenta para evitar posibles contaminaciones, entramos a una de las zonas más mágicas de la fábrica. Un magnífico suelo de azulejo, rememorando la decoración de la primera fábrica de Mahou en la calle Amaniel, es el  perfecto contraste con las hileras de barricas que albergan las elaboraciones más complejas de Mahou.

La parte más industrial termina en la zona de embotellado. Es ahí donde te das cuenta de la auténtica magnitud de la fábrica. La cantidad de latas, botellas y barriles que van apareciendo y desapareciendo por las cintas de transporte, es simplemente hipnótico.

La sed ya se hace patente, y terminamos en la zona de experiencias cerveceras. Un lugar decorado como si de una clásica taberna se tratara, donde nos dan una masterclass sobre como servir una caña perfecta. Además, nos ofrecen una completa experiencia de maridaje de tres platos con tres cervezas, Session IPA, Dunkel y Barrica Bourbon. Y para rematar, la experiencia más curiosa, en la que nos ponen un antifaz para intentar adivinar la cerveza que estamos tomando.

Una visita totalmente recomendable, que no tardarán mucho en abrir al público, así que os recomiendo que estéis atentos para cuando abran las reservas, porque merece mucho la pena.

He de decir que cuando llegó la invitación de la visita, tardé unos 5 segundos en confirmar. Como aficionado a la cerveza, visitar la fábrica de Mahou es como emprender un viaje de vuelta. Es volver donde empezó todo. No importa que mi despensa esté repleta de joyas cerveceras, que mi formación me permita conocer suficientes descriptores de aroma y sabor como para impartir justicia con severidad en concursos, que me conozca datos tan innecesarios para mí como las densidades iniciales y finales de decenas de estilos… Ese largo camino comienza en un punto. Es el hogar desde el que partimos para conocer mundo, y al que volvemos de vez en cuando porque nos sentimos cómodos, confortables y queridos.

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