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Cerveza artesana y el salvavidas ‘de lo local’, por Israel G. Montejo

Las pequeñas cerveceras tienen que apostar por el mercado local. Les va la supervivencia en ello

La cerveza artesana en España ha llegado a su particular Rubicom. El sector vive un momento muy peligroso, casi de todo o nada para muchos proyectos que han nacido en la última década y que tras el momento de efervescencia vivido antes de la Pandemia en el 2020, se han encontrado de golpe con el muro que supone un sector complejo, con una competencia atroz, gigantes dominantes que han adoptado el lenguaje y el modus operandi de lo que fue en su momento una revolución y además en el contexto de una crisis económica global que afecta tanto al precio de las materias primas como al bolsillo de los consumidores. La tormenta perfecta.

Un diagnóstico con muy mal pronóstico que exige de un cambio radical en la forma de entender el mercado por parte de las cerveceras artesanas. Hoy por hoy, competir con éxito a nivel nacional se presenta como una misión prácticamente imposible. Por supuesto, puede haber excepciones, como se está viendo en algunos proyectos, pero en todos ellos, han contado con la inyección de capital exterior, que les ha permitido abordar un mercado más amplio con mayor o menor éxito.

Para el resto, la solución pasa por una profunda reflexión que debe conducir de una u otra manera por posar la mirada en tu entorno, en el territorio donde has nacido y donde el proyecto ha crecido.

El Informe Socioeconómico de la Cerveza en España elaborado por Cerveceros de España reflejó con claridad el momento que vivimos. Las cerveceras con una producción por debajo de los 50.000 hl apenas suponen un 0,14 % de la producción de nuestro país, que ha perdido, además, el 30% de las pequeñas cerveceras.

La solución, muy complicada por tanto, exige una reformulación completa de todo el modelo. Con las grandes cerveceras no se pueden competir, con los precios que marca la distribución en los grandes supermercados, no se puede competir; con la distribución a nivel nacional, no se puede competir; con los precios al alza de la materia prima no se puede competir…entonces, ¿cómo se puede competir? La respuesta es clara: con los pies en el suelo.

Y eso, ¿qué significa? Significa que el presente y el futuro pasa por tener fábricas bien dimensionadas, pasa por tener un tap room propio, en tu misma fábrica, para ahorrar costes de transporte y envases; pasa por apostar por la calidad al máximo; por llevar la cerveza del fermentador al vaso; por crear sinergias con el entorno, por convertir tu cervecera en un actor indispensable en el entorno donde vives y trabajas.

Ese es para mi el camino para salir adelante y para poder sobrevivir. No queda otra.

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Un comentario

  1. La calidad es un asunto pendiente y que también necesita una inversión que pocos hacen, pocas cervezas hay que después de 3 meses puedas beberlas agusto, nos reimos del lúpulo recien molido…pero atentos a los aromas a lúpulos de otros. Y sumo a lo que comentáis….Sector que nos basábamos en la exportacion para sobrevivir y que va desapareciendo, los brewpub no acaban de funcionar, los grandes modelos tampoco, no hemos sabido llegar al nuevo consumidor y quien lo ha intentado le hemos dicho que ya no era «craft», somos los mismos de siempre pero con menos dinero. Incluso las cuentas sociales, los festivales o los medios, que hablamos de nosotros para nosotros cuando no hay interés en la población general. Y sumemos más: esas fábricas montadas con dinero publico a base de subvencion que difuminan su cerveza por toda la península, con distintos nombres, con la misma pésima calidad pero a un precio «fantástico» para el hostelero, incluso se habla de dumping en ocasiones. O aquellas que importan cerveza de calidad justita poniendo su marca y vendiendo la lata de cerveza checa por menos de 1 euro. Y mientras tanto seguimos recortando gastos de personal en general, currando 23 horas al día para que salgan los cálculos volviendo a casa con, a lo sumo, 700 euros al mes, si tienes suerte de cobrar algo.

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