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El sector craft está ante su paso del Rubicón por Israel G. Montejo

Tras trece meses de Pandemia, de confinamiento estricto y de una ‘nueva normalidad’ que significa que nada funciona con la normalidad necesaria, el sector de la cerveza artesana ha llegado hasta un punto de no retorno, su particular paso del Rubicón. Es el momento clave para un mercado que desde hace una década no ha parado de crecer y que en los meses previos a la Pandemia de Covid-19 miraba al futuro con prácticamente todos los ases de la baraja en sus manos.

El mapa ha cambiado de forma radical en estos trece meses de lucha contra un enemigo implacable al que la ciencia no termina de derrotar. Las vacunas son, sin duda alguna, la solución a medio plazo, pero el hoy por hoy sigue siendo muy gris. Ya no es el negro zaino de los dos meses de Confinamiento total que vivimos en la primavera posible, pero desde ese momento, las malas noticias se han ido acumulando una tras otras: la hostelería, el principal canal de venta para la gran mayoría de cerveceras, está como está, sujeta a multitud de restricciones que lastran su funcionamiento; el canal alimentación, que ha mantenido y aumentado ventas, es una jungla donde los precios se han convertido en el principal caballo de batalla. Acceder a los lineales es una tarea de titanes y una misión imposible para la mayoría de las cerveceras y por último, el salvavidas de la venta online, a la postre, se ha convertido en un pequeño flotador, sin envergadura suficiente para mantener estructuras de cierto músculo.

Con esa dinámica, y tras más de un año aguantando el tirón, algunas fábricas han llegado ya al límite de su capacidad de resistencia. Las cerveceras de tamaño importante y que han podido entrar en los canales de venta de supermercados, se han tenido que ajustar, pero van aguantando y las micros que su tap room funcionando aunque sea con restricciones y filosofía de autoempleo, también lo hacen más mal que bien pero sobreviven, que es de lo que se trata en este momento.

El ‘quid’ de la cuestión en este momento está en las fábricas de tamaño medio, aquellas a las que les faltaba un escalón para poder competir en el canal de alimentación, contaban con una fábrica de cierto tamaño y no tenían la venta directa en tap room como argumento de comercialización porque sus planes de futuro estaban diseñados para entrar en la hostelería y poco a poco en cadenas de supermercados locales como primer paso para crecer. Es en este segmento donde algunas cerveceras ya han llegado a su particular Rubicón. No tienen músculo para aguantar más por lo que, mucho me temo, el goteo de anuncios de cierre va a empezar a llegar. Es una malísima noticia. Esas fábricas eran el retrato robot de un sector pujante. Empieza una nueva época. Veremos cómo se dibuja el mapa de futuro.

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