El sector español abre temporada post veraniega sin despejar los tambores de crisis entre las cerveceras artesanas
España es el segundo país productor de Europa pero sufre por la base de la pirámide

El sector cervecero abre el último cuatro trimestre del año, tras el periodo estival, con sentimientos encontrados y diferentes perspectivas que dibujan dos realidades muy marcadas y diferenciadas en el mercado español.
Según el Informe Socioeconómico del Sector de la Cerveza en España, el consumo de cerveza en nuestro país alcanzó los 42,3 millones de hectólitros, superando ya los niveles prepandemia y contando con indicadores interesantes como el dato de que el consumo de cerveza en el hogar, es un 9% superior a los datos del 2019.
Otro dato que invita al optimismo es que España es el segundo productor de Europa y el noveno a nivel mundial, superando mercados consolidados como Polonia, Reino Unido o la República Chequia. Además, las exportaciones siguen una línea ascendente.
Si los datos macroeconómicos son positivos en el sector, es en la letra pequeña donde vienen los problemas y se generan las dudas sobre la buena salud global. Las cerveceras artesanas, las más pequeñas de la pirámide productiva, lo están pasando realmente mal.
La cuota de mercado de las cerveceras que elaboran menos de 50.000 hl al año, apenas supone 0,14 millones de hectólitros. Los datos del Informe confirman que han cerrado un 35% de las cerveceras de menor tamaño y que su producción ha caído un 20%. Datos muy negativos que dibujan un marco muy claro: el sector de la cerveza español camina claramente a dos velocidades y la distancia cada vez es mayor entre las grandes y las pequeñas cerveceras.
Es necesario, por tanto, una reflexión profunda sobre qué sector queremos, qué dimensión debe tener y, sobre todo, qué es cerveza artesana y cómo hay que posicionarla en un mercado que inventa cada prácticamente cada día, nuevas normas.