Budapest, la joya oculta del Craft Beer by Carlos Sanz

Carlos Sanz vuelve a escribir en factoriadecerveza.com. Tras su experiencia en Dinamarca, ahora hace un perfil sobre la cerveza artesana en Budapest, la capital de Hungría.
Por suerte este trabajo de catador cada vez me lleva más lejos, en esta ocasión a la ciudad de las aguas termales, Budapest.
Antes de hablar de cerveza es interesante y necesario hablar de Budapest y su gente. Lo primero que me llama la atención es todos los edificios que aparentemente están abandonados, en semi ruina, pero muchos de ellos están habitados o albergan negocios y cuando entras a alguno de estos negocios lo primero que piensas es que lo ha decorado un esquizofrénico con síndrome de Diógenes. Sin embargo cuando te paras y observas bien,
compruebas que es un ejercicio de originalidad y sobre todo de reciclaje increíble.
Es impresionante contemplar como se está reinventando la ciudad, todos y cada uno de los negocios son diferentes, con decoraciones originales y únicas. Destaca sobre todo lo artesano y ecológico. Apuestan por una alta calidad a pesar de que los precios son altos para los sueldos húngaros.
El craf de Budapest, un sector en auge
Respecto al mercado cervecero, es un mercado secundario como pasa en España. Respecto a los precios tanto la cerveza industrial como la artesanal son ligeramente inferiores en tienda, sin embargo en bar, la industrial se asemeja a España, eso sí en cantidad mucho mayor pero sin tapa y la craft sin embargo sí que es un 20-30% más económica.
Como en España los datos sobre el porcentaje que representan las ventas del mercado artesano no están claros, pero ronda el 2-3% que básicamente se concentra en Budapest y a diferencia del mercado nacional la temporada baja es el verano, cuando se vacía Budapest.
En cuanto a la antigüedad del movimiento craft es un mercado algo más joven que el nuestro. Dentro de los estilos de cerveza artesana más fabricados y solicitados están las IPAS, seguidas de Imperial Stout y las cervezas con frutas, tanto de fermentación espontanea como de alta
fermentación.
Con todo esto ya podemos empezar a hablar desde un punto más subjetivo y personal de la cerveza húngara. Para beber cerveza artesana tienes que ir a una cervecería especializada ya que no es imposible encontrar cerveza artesana mezclada con cerveza industrial.
Lo más reseñable de las cervezas que probé, es que todas estaban muy bien hechas sin fallos. He de reconocer que el nivel de la cerveza artesana es altísimo. En el viaje visite tres fábricas curiosamente las tres estaban juntas, en un edificio enorme y precioso de ladrillo visto que en otro momento pareció una gran fábrica pero que no pasa por sus mejores momentos.
Al llegar y ver este gran edificio me asustó el potencial y el tamaño de la fábrica pero una vez dentro comprobé que había muchos negocios pequeños dentro del edificio y que las cervecerías estaban en la parte lateral de este complejo.
A pesar de la apariencia externa de este edificio, el equipamiento de las fábricas sí que es de última generación, temperaturas automatizadas, tanques isobáricos, líneas de embotellado y etiquetado… todo lo necesario para hacer cerveza de una forma muy cómoda.
Tres referencias húngaras
La primera cervecera que visite fue Horizont, donde conté como guía con Tamas, que me atendió en un perfecto castellano y pude ver con el todo el proceso de fabricación de Horizont.
Quizás, de las tres que visite era la más pequeña pero con el objetivo claro de seguir creciendo y abriendo mercado lejos de Budapest. Sus cervezas son muy redondas, sin defectos en el sabor ni el aspecto, cogiendo recetas de toda la vida y dándoles un toque personal. Pude disfrutar de dos de sus nuevas recetas a las que ya aún les faltaban unos días para embotellar: una cerveza Sour con frambuesa, con un color rojo espectacular y de un sabor ácido típico de los frutos rojos y una espectacular Imperial Stout con chocolate, de cuerpo denso, baja gasificación, un marcado sabor a chocolate y un alto grado de peligrosidad, por que entra como un batido.
Más tarde en casa pude disfrutar de su cerveza más vendida la Gentle Bastard IPA en botella, una cerveza muy redonda, de alto aroma y muy refrescante.
Tras la visita a Horizont pase a visitar a sus compañeros de Monyo y dela mano de Botond visite la fábrica y fui testigo del proceso de elaboración de su próxima incorporación, una Cream Ale con vainilla.
Monyo es una cervecera algo más grande que Horizont con alguna referencia más pero con una filosofía similar. Dentro de la fábrica pude probar su best-seller, otra IPA la Flying Rabbit, de color amarillo pajizo, fuerte aroma a lúpulo americano herbal pero de trago fácil y ligero y también una de las cervezas más sorprendentes que he probado hasta la fecha, una cerveza porter con chocolate y cacahuete, a pesar de su baja graduación su cuerpo es muy denso y el sabor del cacahuete está totalmente integrado en la cerveza, si te gusta probar cosas distintas
esta es tu opción.
Por ultimo pasé por la fábrica de Mad Scientist guiado por Marton pude comprobar las peculiaridades de esta curiosa fábrica. Su filosofía les lleva a crear y descubrir nuevas cervezas. Prácticamente todas las semanas crean una cerveza nueva. Según afirma Marton, su objetivo es hacer buena cerveza, si luego además se vende y ganan dinero mejor que mejor.
De las tres seguramente sea la más grande y de lo que más me llamo la atención fue su laboratorio de investigación y la “cervecería” paralela que tienen aislada para fabricar únicamente cervezas de fermentación espontanea sin riesgo de contaminación.
Las cervezas que pude probar fueron una cerveza en la que fermentaban 50% de cebada con 50% de mosto de vino blanco local muy curiosa que conservaba el amargor de la cerveza pero con un toque a uva, una cerveza de ensalada de pepino de estilo Berliner Weisse que he de reconocer que estaba muy conseguida a pesar de que no me guste el pepino, y por último la joya de la corona de Mad Scientist la Liquid Cocaine: una pasada, me dejo sin palabras. De cuerpo denso y color dorado, en boca comienza siendo muy dulce y aromática y según va pasando por la boca, va dejando un agradable amargor, es como dos cervezas en una, además a pesar de sus nueve graditos entra como el agua, sin duda una de las mejores IPAs que he probado.
Con esta última visita no acabo la visita a Budapest ya que después nos reunimos todos para probar más cervezas en Csakajósör una pequeña tienda cervecería donde surgió todo el movimiento Craft de Budapest y donde pasamos un buen rato.