Montse Virgili: «A las cervezas les damos su tiempo, nunca aceleramos procesos. Si no estamos contentos, esperamos»
Virgili recuerda entre los hitos el gran éxito y el reconocimiento a nivel mundial que tuvo una de sus cervezas de referencia: Setembre

Montserrat Virgili es una de las personas más conocidas del sector de la cerveza artesana en Cataluña, donde ha estado prácticamente desde los orígenes. Junto a Carlos Rodríguez crearon hace ya casi un cuarto de siglo Ales Agullons, un proyecto que simboliza toda una filosofía de vida. En vísperas del fallo del premio Steve Huxley durante el Barcelona Beer Festival, Montse está, como siempre, en las quinielas para conseguir un galardón que reconoce toda una vida dedicada a la cerveza.
¿Qué significó Steve Huxley en los inicios del sector?
Fue el pionero en Cataluña. Steve montó la primera cervecería artesana. Vino como maestro de inglés y montó una cervecería en el barrio de Gracia. Fue el que abrió el mundo del craft. De ahí salió la asociación Humulus Lupulus, que era un grupo de almas inquietas, con muchas ganas de indagar. Ellos fueron los que nos guiaron cuando los encontramos.
¿Qué recuerdos tienes de él?
Cuando hacíamos la Muestra de Mediona, Steve era feliz cuando venía a nuestra casa. Nosotros también. Siempre estaba abierto a todo el mundo, a probar, a dar un consejo. Queríamos mucho a Steve. Nos vio crecer y convertirnos en lo que somos actualmente. No fallaba nunca en Mediona. Cuando nos dejó, hicimos un cartel con él. Creemos que aportó muchísimo a la cerveza artesana viniendo desde Inglaterra
Estar nominada a un premio con su nombre se agradece lo que pasa, es que siempre digo que como ya le dieron a Carlos (Rodríguez), el premio, considero que era más para Agullons. Agradezco mucho a todo el mundo que me ha votado para estar nominada. Todos los que estamos ahí, en su día aportamos el granito o la montaña de arena al sector. Me alegra mucho que seamos dos mujeres nominadas. A ver qué pasa el día 26.
¿Cómo fueron vuestros inicios con la cerveza?
Llegamos a la cerveza desde la nada. No habíamos tocado nada. Carlos y yo cogimos una masía en Mediona para los fines de semana. Carlos trabajaba con el camión y yo de secretaria en una empresa de grúas. A mi me salió un trabajo en una residencia canina. Me salió esto y nos vinimos a vivir a Mediona. Eso debía ser en torno al 94 o el 95. Carlos dejó el camión y nos vinimos aquí. Nos llegó a las manos un libro que hablaba de la autosuficiencia en el campo y allí había una receta de cerveza. Ese fue el inicio.
Fuimos al payes, le compramos la cebada, la malteamos al fuego, le compramos lúpulo a una herboristería, que se preocuparon mucho cuando nos vieron comprar tanta cantidad. Fuimos a comprar levadura en una tienda de productos de vino y nos dijeron que no nos la vendían. Empezamos a improvisar, a investigar, no teníamos internet. Contactamos con gente, hicimos un curso de cerveza artesana y nos pusimos en contacto con Humulus Lupulus y ahí empezamos, todo ese proceso entre el 98 y el 2001.
Fuisteis completamente autodidactas…
Era todo nuevo, era divertido. Era también una apuesta. Íbamos con lo justo. No había un trabajo que nos diera un sueldo y habíamos hecho el cambio de Barcelona a aquí. Teníamos un huerto, con tomates, uvas…Yo lo recuerdo como tiempos felices, pero con las pegas que había, como siempre económicas.
En 2000, más o menos, pudimos comprar Agullons, nació nuestro hijo…fueron muchas cosas que se alinearon. Nos enamoramos de la casa. En Cataluña , para vender las masías, tienen que venderse junto a unas tierras. Vino todo ligado. Es un proyecto común: filosofía de vida, la cerveza, la casa…con sus pegas, sus broncas y con tirar toalla también pero somos muy tozudos. También fue casualidad. Estamos en el país del cava y del vino pero en realidad lo que nos gustaba era la cerveza
¿Cómo recuerdas vuestra primera cerveza?
La primera fue la Bruno, que fue cuando nació nuestro hijo mayor. Cuando hicimos la primera cerveza no teníamos ni máquina de 50 litros. Compramos una olla para 23 litros. Luego empezamos con barriles de cerveza, una mini máquina de 50 litros. La primera fue con todo grano. Fue una prueba, con expectativas y cuando la bebías, decías ¡ostia¡. Teníamos ilusión pero tampoco lo veíamos como un negocio sino como un estilo de vida. Compramos hasta un par de viñas.
El cambio de afición a profesión, ¿cuando se produjo?
Cuando empezamos a dar la cerveza a probar a los amigos. Veían que estaba buena y nos querían pagar. Vas indagando y empiezas a hacer contactos en el sector. Empezamos con conocidos que ahora son amigos y seguimos en contacto y sumando. En 2005, nos liamos la manta a la cabeza: pedimos dinero al banco y compramos maquinaria a una empresa que fabricaba maquinaria para vino. En la actualidad, seguimos con la misma maquinaria.
A lo largo de todos estos años, ¿Cuales han sido vuestros principales hitos?
Hay muchos. La primera cerveza, la compra de nuestra primera maquinaria, el reconocimiento a nivel mundial de la ‘Setembre’ en 2012 y que nos permitió llegar a mercados como Estados Unidos; el poder viajar a diferentes países y la gente que encuentras por el camino. Otro hito fue la invitación en 2006 al festival de Bruselas y compartir espacio con cerveceras míticas, de generaciones como Cantillon. Allí fue donde nos conoció Shelton Brothers y empiezan a venir a la Mostra de Mediona a descubrir lo que hacíamos. Mediona fue otro hito. Empezó como un encuentro de homebrewers que quisimos hacer en nuestra casa y el Ayuntamiento nos pidió que fuera en el pueblo. 18 años ya. Este año seremos mayores de edad.
En todos estos años, ¿Habéis cambiado o mantenéis el ADN inicial?
Hemos cambiado poco. Hemos mejorado en cosas como ya que no embotellamos una a una las cervezas desde la barrica, por decirlo de alguna manera. Hemos cambiado a trabajar un poco más cómodos, pero seguimos teniendo lo mismo: las cervezas les damos su tiempo, si no estamos contento, esperamos; nunca aceleramos procesos. Hemos cambiado en que tenemos más canas y estamos más cansados, pero yo creo que por lo demás, no hemos cambiado tanto, aunque quizás los de fuera lo ven de otra manera.
Lo importante es que no hemos querido abarcar ni ir más rápido. Hemos ido poco a poco. Siempre hemos tenido casi todo vendido, pero no hemos caído en fabricar más. Vamos siempre con calma.
Con las cervezas, con las mixtas empezamos antes pero con las espontáneas no nos atrevimos hasta el 2016. Carlos es el cervecero y va muy tranquilo. Las dimos tres años a esas cervezas y contentísimos cuando salió en 2019. Teníamos tantas ganas de que la probase la gente, era una cerveza de tres años. Imagínate.
¿Qué análisis hacéis del momento por el que pasa el sector en la actualidad?
Llevamos tres años muy raros. Antes nos conocíamos casi todos. En el sector, los que más o menos continuamos como estábamos. Los pequeños, pequeños y otros que cada vez van más a lo grande. En este sector nos hemos apoyados siempre. Ahí está lo que paso cuando hicimos la Mostra Online. Siempre hemos ido de la mano, comunicándonos y llamándonos cuando tienes un problema. Lo que pasa es que ahora, somos muchos más. Hay mucho nómada, que es algo que siempre ha habido.
¿Cómo ves el futuro?
El futuro lo veo (risas), pero vivo el presente. Me niego ahora a pensar más allá. Después de todo lo que hemos pasado. Hay que dar primero un paso y luego el otro. Tengo muchas cervezas que son para el futuro pero yo pienso en el ahora. El futuro ya he desistido en saberlo.